Te
espero
al
otro lado de la ciudad,
en
la casa de tus sueños
y mis sueños,
con
la impaciencia
de
un recién enamorado
que
desgasta los relojes
de
mirarlos.
Te
espero,
bajo
la fría tarde de diciembre,
para
extender mi calor
sobre
tu cuerpo
y fundirnos perpetuamente
hasta
el día de mañana.
Pero
me llamas,
para
saber que tal estoy,
para
decir que te ha llamado
no
sé qué director,
de
no sé cuál revista,
que
estarás reunida,
que
llegarás tarde,
alterando
mis planes
Y el orden del día.