La tarde cae sobre los libros.
Arde inútil
sobre las sillas y las mesas.
Se adormece, lenta
sobre los parques.
Bosteza sobre las grúas,
que desde mi ventana,
recortan el horizonte.
Suman
nueve.
Son
las cruces de un exilio
a
una ciudad ya condenada,
aun
no construida,
una
ciudad que no conozco
y
que no habitas.
Son
los besos como las ciudades,
levantadas
sobre sólidos cimientos
con
promesas de eternidad,
pero
la eternidad
no dura para siempre,
y sobre los cimientos
ya caídos,
vendrán
otros edificios,
otras
ciudades.
Lo
dice la Historia.
Vendrán
otros hombres
a tus labios,
otros
besos,
sobre
los besos construidos
anteriormente,
por mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario