lunes, 17 de marzo de 2014

EL ÚLTIMO BESO

La habitación está vacía.
Amontonados quedan
los recuerdos
de lo que fueron,
en otro tiempo,
más jóvenes y felices.

Vacías las estanterías,
la cuenta corriente.
Vacíos también,
de  palabras y caricias
los últimos meses.

¿Volver?
Suena lejano
como tristes suenan
las palabras,
los adioses.

Se besaron entonces
a modo de despedida.
Abriendo puertas,
corazones,
heridas…






lunes, 10 de marzo de 2014

FIAT STILO

Fiat Stilo. Amarillo.
Asientos traseros.
Floreció el amor.
No fue precisamente en primavera.

Construyeron allí sus sueños,
cada noche, cada instante
cuando agobiaban los malos recuerdos
y los días injustos asomaban
en los espejos retrovisores
asustando el porvenir.

En un verano tan gélido
como la muerte, como el adiós
en los terminales de aeropuerto;
cambiaron de amor,
de canción, de coche...
quedando sin puerto en el que encallar
en la soledad triste de la noche.

Londres. Próximo destino.
Nueva vida en un otoño
de hojas caducas antes de empezar.
Teléfonos apagados,
mudos,
como las lágrimas
y la memoria.

Quizás esté el Amor
en aquel Fiat Stilo
amarillo, ¿lo recuerdan?
Me pregunto si no debieran
pasar a recogerlo.

martes, 4 de marzo de 2014

ENTRE-LINEAS DE TU NOMBRE

Sé que la distancia
no te traerá aquí
a golpe de ratón.
No tomarás tus pulsaciones
con estas letras;
acelerando el corazón
en cada coma.

Por eso relleno
todos los espacios en blanco
con tu nombre,
y entre-líneas de tu nombre,
escribo versos.

Porque de las palabras que no se dicen
también se arrepiente el hombre.
Porque aquello que no se escribe
muere.

Y yo no quiero
matarte todavía,
ni con el olvido,
ni con el punto seguido
de mis finales.


sábado, 1 de marzo de 2014

CARTAS A UNA VIEJA AMIGA

Mentiría si te dijera
que soy el mismo de hace unos años,
que soy aquel que te quiso
incansablemente por el mundo,
por cada rincón inhabitado
en el que habita la duda y la sospecha.

Mentiría como mienten los escaparates,
el reflejo transparente de lo idílico,
si te dijese que soy aquel que te besaba
bajo la tenue luz de los portales,
el que esperaba sin contar minutos
apostado en las cabinas telefónicas
que ya no existen.

Mentiría sobre todo,
-y esto es lo más importante-
si te dijera que nunca te he mentido
o que nunca me fallaste,
que jamás encontré los besos
que no supiste darme.